Mi abuela cosía con al radio puesta.Yo llegaba del colegio y según tiraba la cartera sobre el sillón el alboroto del receptor y la cara de mi abuela indicó que algo raro ocurria.
Luego un "niños ... a vuestro cuarto".
Llegaron mis padres sobresaltados. Subían y bajaban vecinos. Anocheció. Había poca gente en la calle.Era una de las épocas ne las que viví en Madrid, el edificio daba a la carretera que iba a Prado del Rey y el barrio estaba rodeado de cuarteles. De repente pasaron unos tanques hacia la entonces central de TVE. No eran muchos, quizá solo un par, pero su ruido todavia resuena en mis oídos.
Luego un "niños ... a la cama".
Recuerdo entre sueños ver como a oscuras mi padre estaba de pie encima de mi cama mirando por la ventana de mi cuarto con unos prismáticos hacia Prado del Rey. Parecía uno de esos héroes de las películas de Guerra iluminado por el reflejo de las farolas de la calle.
Ya por la mañana, pese a que todavía había preocupación, note menos que por la noche.Mi padre había ido a trabajar y nosotros nos encaminabamos al colegio, como siempre.
Ya en clase, el profesor me pidió los deberes que yo no había hecho.- "es que con todo el lío de anoche..." balbuceé.-"¿ha faltado pan hoy a la mañana en la tienda? Pues tu tendrías que haber hecho los deberes igual que el pan el panadero, con lío o sin lío". Pese a sus palabras el maestro no parecía enfadado.
A partir de ahí, poco a poco, mi memoria fue llenándose de iconos: las imágenes de TV, las fotos de los asaltantes en los periódicos, el mensaje del Rey,...
Pero, para mi, el icono de la noche del 23F será siempre la imagen de mi padre, de pie en mi cama, mirando con los prismaticos por la ventana.
BSO: Caperucita Feroz - Orquesta Mondragon (el éxito de 1981)
¡¡¡Que noche la de aquel dia!!!
ResponderEliminarSALUD.
A mi me pilló en clase. 1º de BUP en un instituto que tenía un internado de hijos de militares, el "Patronato Militar Virgen del Puerto" de Santoña. Nada más salir la noticia nos enviaron a casa.
ResponderEliminarMi imagen es la de estudiantes de otras regiones angustiados. Uno en concreto lloraba sin consuelo, Su padre había sido detenido. Se había negado a salir con los tanques en Valencia.
Besucos.
El 23 de Febrero de 1.981, un servidor tenia 23 añitos era delegado sindical de C.C.O.O. en una empresa metalúrgica del Baix Llobregat (cinturón rojo de Barcelona), estaba casado y tenia un hijo de tres años -que carrerón-.
ResponderEliminarEl día 22 falleció mi abuela materna y el día 23 a las seis de la tarde mi familia, unos vecinos amigos y yo, estábamos enterrando a esa gran mujer, mientras tanto un guardia civil casposamente nostálgico entro en el Congreso con su bigote, una pistola y doscientos números.
Me entere sobre las siete y no me lo creí, no porque no se esperase, el ruido de sables sonaba hacia algo mas de dos años, si no porque era imposible que nuestra débil democracia -que tanto le había costado a tantos- se fuera al garete por unos nostálgicos aprendices de dictador.
Hice un paquete con algún libro, "Charlas en la prisión" de Marcelino Camacho, "El manifiesto comunista" de Marx y Engels, varios "Mundo obreros" y alguna otra cosilla.
El paquete en cuestión lo lleve a la montaña y lo escondí. Cuando dos días después fui a buscarlo; ¡¡¡NO ESTABA!!! me lo habían birlado. El libro de Camacho me gustaría recuperarlo.
La noche fue larga y pegado al transistor consumí varios litros de café.
A la mañana siguiente al pie de mi maquina, -un torno revolver-, seguí escuchando la radio...
Cuando los cobardes golpistas trasnochados abandonaron por las ventanas el congreso me di cuenta que el golpe había fracasado y respire.
Vaya nochecita, qué pena que no existieran por aquel entonces los botellones, porque tela. Yo recuerdo las caras de mis padres, un poema.
ResponderEliminarYo entonces trabajaba en Santander y estuve dando vueltas toda la noche en un Land Rover con unos amigos por los alrededores para palpar la situación. Patético. Afortunadamente ya no estábamos en el siglo XIX, como parecían creer los golpistas y todo se les vino abajo.
ResponderEliminarMi máxima ambición entonces era ser periodista. Con un "ciclostil" (premio para el que se acuerde de lo que era) editábamos un "semanario" y estuvimos casi toda la noche empapándonos de todo lo que pudimos. Sacamos un número especial un par de días después y nos sentimos como el Washington Post.
ResponderEliminarPorque fue en febrero, que si no me pilla todavía con pantalón corto.
Rememoramos...
ResponderEliminarYo estaba en casa, mis hermanos en clases particulares, habia que ir a buscarlos, lo mas pronto posible, por si acaso... (era lo que yo oia)
Alguien que estaba en mi casa y que en ese momento ejercia como vigilante nocturno en una empresa, vaticinaba lo peor, recuerdo palabras como "toque de queda", "golpe de estado" (que no sabia que significaban pero si que sonaban aterradoras ya de por si) y mi madre y mi padre en silencio...
No se... era extraño, entre una amarga sensacion y un no comprender.
Yo recuerdo poco de aquél día, tan solo recuerdo rostros de preocupación aparatos de radio.
ResponderEliminarVoy a tener que hacérmelo mirar...
ResponderEliminarGracias por compartir vuestras historias... son esos momentos que uno no olvida facilmente lo que estaba haciando eh? ;))
ResponderEliminarYo tenia siete años y lo recuerdo como un día muy especial porque de repente podía hacer lo que me diera la gana como en la riada del ochenta, ponerme morada de bombones y maquillarme con las pinturas de mi madre...mi hermano estaba interno en con los frailes y a ellos se los llevaron a todos a rezar a la capilla para que Dios iluminara...al del tricornio, claro, que lo iluminara bien a ver si lo lograba...
ResponderEliminarYo no lo recuerdo porque era demasiado pequeña para darme cuenta de esas cosas...(¡qué feliz era!...jeje). Me ha encantado el final de tu historia, Amio. Entrañable.
ResponderEliminarDel resto, pues se ha contado ya tanto...