lunes, noviembre 02, 2015

Curvas de un tiempo utópico



Había rehuído visitarlo por estar incluído en la lista de las obras faraónicas hispanas rodeadas de nebulosas contables y políticas. Pero la agenda eligió por mí y desvió a Avilés algo que tenía que haber sido en otro sitio. Supe que no podría dilatar el momento y aproveché las primeras horas del alba para recorrerlo en solitario, mientras el turno de mañana entraba en la cercana acería. Como si de una novia del colegio se tratara recordé ese primer amor inocente por la obra de Oscar Niemeyer que tuve.

Descubrí a Niemeyer en un libro sobre el proyecto de Brasilia que, de pequeño, encontré en casa de un familiar que asiduamente visitaba con mis padres. La ingeniería y arquitectura de formas blancas y sinuosas se apoderó de mi y, siempre que regresaba a esa casa, volvía a recorrer el libro de cabo a rabo.

En esa época, de cuando los sueños eran posibles, de cuando podía imaginarse ese futuro que luego nunca fue, las construcciones de Niemeyer, en mis ojos de niño, eran la viva expresión del Centro de Investigaciones Fotónicas —hogar de Mazinger—, la Ciudad de las Cúpulas de la Fuga de Logan, o el mismísimo Tatooine.

Mi curiosidad infantil inicial evolucionó con la edad la curiosidad hacia el personaje: el comunista que construía catedrales; el proyectista del edificio de la ONU en Nueva York que fue condecorado con el premio Lenin; el genio modesto en sus palabras y orgulloso en sus convicciones..

Recomiendo encarecidamente, para conocerlo, ver la película documental biográfica "A vida é un sopro
"La vida es muy fugaz. Es importante ser amable y optimista. Miramos atrás y pensamos si lo que hemos hecho en esta vida ha sido bueno... Cada uno crea su propia historia y sigue adelante. Eso es. No me siento particularmente importante. Lo que creamos no es importante. Somos muy insignificantes."
Terminé el paseo por el Centro Niemeyer de Avilés cuando la gente comenzaba a llegar para el acto al que yo estaba también invitado. Me sumé a la masa mientras recordaba la frase que le dedicó Pilar del Río
"Si el mundo no es mejor después de Oscar Niemeyer, él no tiene la culpa, porque su parte está siempre a punto".
Visto en: Centro Niemeyer - Avilés

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