viernes, marzo 12, 2010

La Despedida

El Moñigo no había querido despedirse porque Roque bajaría a la estación a la mañana siguiente. Le abrazaría en último extremo y vigilaría si sabía ser hombre hasta el fin. Con frecuencia le había advertido el Moñigo:
—Al marcharte no debes llorar. Un hombre no debe llorar aunque se le muera su padre entre horribles dolores.
Daniel, el Mochuelo, recordaba con nostalgia su última noche en el valle. Dio media vuelta en la cama y de nuevo atisbó la cresta del Pico Rando iluminada por los primeros rayos del Sol. Se le estremecieron las aletillas de la nariz al percibir una vaharada intensa a hierba húmeda y a boñiga. De repente, se sobresaltó. Aún no se sentía movimiento en el valle y, sin embargo, acababa de oír una voz humana. Escuchó. La voz le llegó de nuevo, intencionadamente amortiguada:
—¡Mochuelo!
Se arrojó de la cama, exaltado, y se asomó a la carretera. Allí abajo, sobre el asfalto, con una cantarilla vacía en la mano, estaba la Uca—uca. Le brillaban los ojos de una manera extraña.
—Mochuelo, ¿sabes? Voy a La Cullera a por la leche. No te podré decir adiós en la estación.
Daniel, el Mochuelo, al escuchar la voz grave y dulce de la niña, notó que algo muy íntimo se le desgarraba dentro del pecho. La niña hacía pendulear la cacharra de la leche sin cesar de mirarle. Sus trenzas brillaban al sol.
—Adiós, Uca—uca —dijo el Mochuelo. Y su voz tenía unos trémolos inusitados.
—Mochuelo, ¿te acordarás de mí?
Daniel apoyó los codos en el alféizar y se sujetó la cabeza con las manos. Le daba mucha vergüenza decir aquello, pero era ésta su última oportunidad.
—Uca—uca... —dijo, al fin—. No dejes a la Guindilla que te quite las pecas, ¿me oyes? ¡No quiero que te las quite!
Y se retiró de la ventana violentamente, porque sabía que iba a llorar y no quería que la Uca—uca le viese. Y cuando empezó a vestirse le invadió una sensación muy vívida y clara de que tomaba un camino distinto del que el Señor le había marcado.

Y lloró, al fin.

El Camino
Miguel Delibes
(1920-2010)
-Hasta siempre maestro-

13 comentarios:

  1. "El camino" me abrió la puerta de entrada a la narrativa de Delibes. Y, curiosamente, fue el único del autor que leí por obligación.

    Precioso el fragmento que has elegido.

    Besucos.

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  2. No hay mejor homenaje que recrearnos en su escritura. Ahí está impresa el alma de ese hombre que supo enseñar al mundo que la sencillez y el impecable manejo de la lengua castellana han sido el sello y el certificado de la inmortalidad de la obra de Delibes.

    Un abrazo.

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  3. ¡Cuánto tiempo hacía que no lo recordaba, Amio!

    Es una historia que me devuelve a la adolescencia...más cercana estaba entonces a esos sentimientos de niño...

    Preciosa elección.

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  4. "Y lloró, al fin".

    Gracias por tu entrada, Amio.

    Bellísima.

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  5. Sí, señor. Hasta siempre, maestro.

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  6. Magnífico fragmento. Además "El Camino" habla de mi tierra, de muy cerca de Reinosa.

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  7. Daniel... ¡"El mochuelo"!

    Cuanto tiempo...!!! nos volvemos a encontrar :)))

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  8. Ay! esa via, se hace camino...

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  9. Nos enseñó esa Castilla profunda, tan austera y recia, como su escritura... Muchas gracias, maestro Delibes, por enseñarnos a crear con la sencillez algo grande.

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  10. Una gran pérdida sin lugar a dudas, me consuelo con las novelas que tengo en mi estantería y que releo sabiendo que su prosa perdurará por siempre.
    Un saludo.

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