Si, comparando las fotos de la maravillosa San Francisco de Betanzos del post anterior, descubrí que el gran edificio adosado a la misma ya no estaba allí.
Sé, que siempre, detrás de un detalle hay una historia perdida que merece ser indagada, así que busqué información allí por donde pude.
Así, descubrí que la Iglesia de San Francisco fue quemada y saqueada junto al Convento en los primeros días de la Guerra Civil. No estoy plenamente seguro de que esta fuera la causa de la desaparición del edificio, pero la madeja descubierta tirando de semejante hilo excedía en importancia a un mero relato arquitectónico.
A continuación (después del Sigue Leyendo), he redactado la historia del incendio de San Francisco de Betanzos basado fundamentalmente en una parte del artículo "Unha viaxe polo Betanzos da Segunda República: proclamación, anticlericalismo e vinganza" escrito por Alfredo Erias Martínez, Director del Anuario Brigantino, del Archivo y Biblioteca Municipales de Betanzos y del Museo das Mariñas.
La iglesia y monasterio de San Francisco fueron incendiados y saqueados, al parecer, el 22 de julio de 1936. En el saqueo intervino mucha gente de la ciudad. El incendio fue espectacular y rápido, puesto que los incendiarios echaron gasolina por el tejado. La iglesia de Santa María quedó sin quemar de milagro, a pesar de que ya le habían echado también gasolina.
El hijo de Ramón Beade, que fue alcalde de Betanzos en la República perteneciente al PSOE dentro da Federación Agro-Socialista, escribió:
Otro testigo presencial dijo que primero quemaron la iglesia y que el convento sólo ardió en parte. Aquí estaba la Biblioteca, considerada como una de las buenas de Galicia, que fue objeto de expolio, tirándose los libros por las ventanas. El mismo testigo acaso vio disparar “a uno de la C.N.T.” (dijo el apodo) desde el campanario de la iglesia de Santiago: “apuntaba muy bien a las campanas de San Francisco que sonaban a cada disparo”. Al poco tiempo este hombre sería “paseado”. Y también vio frente al “cuartelillo” en la Rúa de la Pescadería a “uno de izquierdas (dijo nombre y apellidos), con la escopeta al hombro, haciendo una hoguera con las sotanas y hábitos de curas y frailes..."
Según Eiras el posible hecho que más se acerca la esa supuesta “operación de infiltración y comando para producir el incendio del histórico templo franciscano y desatar el odio”, estaría en un miembro directivo de las «Juventudes Socialistas Unificadas» que andaba con el bidón de gasolina (testigos refieren el asunto con nombre y apellidos) y que al poco tiempo pasó a ser un miembro destacado de la “Falange” local. Se pregunta Eiras:
En la memoria de la gente de aquellos tiempos queda aún una serie de anécdotas que dan color al que allí pasó. Parece ser que al arder la iglesia le echaron agua no sólo con la intención de apagar el fuego sino de ver en el suelo por donde escapaba para así descubrir un supuesto pasadizo secreto que estaban seguros tenía que haber. La idea de este pasadizo estaba muy arraigada entre los enemigos de los frailes. Así, un testigo vio como sacaban a los frailes precipitadamente y los metían en un ómnibus de color verde. Los llevaba hacia la Coruña, al parecer, pero “¡faltan dos!”, chilló alguien, y, como no aparecieron, se dio por hecho que habían escapado por el famoso pasadizo. Esa noche se quedaron tres hombres haciendo guardia allí, dos se pusieron detrás de un confesionario y lo otro quedó delante de las escaleras que subían al altar mayor y, como este había sido luego “paseado” se decía que era porque había estado hablando cerca de la entrada del famoso pasadizo y lo habían identificado los frailes escapados.
El saqueo del convento fue total. “Mi abolita” [dice un informante] “le compró a una señora un santo de altar por “dos pesos” y después vino a la casa a buscarlo un fraile que estaba enterado de la compra y, aunque mi abolita no le quería nada, él insistió en devolverle los dos pesos”. “Vi sacar un armario y un órgano”. El órgano lo tenía, al parecer, un maletero apodado “El Campanillero” y cuando, allí incluso en San Francisco, llegó su suegra, él todo entusiasmado acaso le dijo, señalando el instrumento: “¡Mamá! ¡Piano!”, con el que la gente le cambió inmediatamente el apodo por el de “Mamá Piano”.
Muchos libros y cuadros cogidos por personas humildes, por aquello de “si no lo llevo yo lo llevará otro”, acabaron en la casa de algún burgués (los informantes le ponen nombre y apellidos) que les metía miedo diciéndoles que si lo entregaran para que él lo devolviera no les pasaría nada. Y como en aquellos tiempos el miedo era grande, le daban todo. Sin embargo esos libros, cuadros y demás no parece que fueran devueltos ni a la iglesia ni la ninguna institución pública.
De inmediato, tras el triunfo de los partidarios del “Alzamiento”, llegó la represión más dura, afectando la dos de los principales líderes republicanos de Betanzos: José Novo Rodríguez, ex-alcalde, y Tomás López da Torre, alcalde.
Tomás López da Torre, de 36 años, del PSOE, alcalde de la ciudad, se negó a escapar al monte como hacían muchos otros. Pensó precipitadamente en refugiarse en Asturias donde tenía amigos de cuando había ejercido de abogado defensor de algunos revolucionarios de octubre del 34, así que convenció a José Novo Rodríguez, ex-alcalde, y los dos marcharon, ingenuamente, en un taxi. Pero a la altura de Guitiriz comprobaron que estaba todo tomado y se entregaron de inmediato. Los trajeron a la cárcel de Betanzos.
José Novo Rodríguez, por ese tiempo de Izquierda Republicana, apodado “El Ánimas”, de 43 años, sastre y ex-alcalde, casado, 5 hijos, ateo, sin antecedentes penitenciarios, debía ser por aquel tiempo el republicano más odiado por las gentes “bien pensantes” de la ciudad. No se recatara en atacar al clero, de palabra, en panfletos y en la prensa; hay quien dice que tenía una amante (cosa grave para las “personas de orden”) e incluso alrededor de él se dibujó una especie de leyenda que lo convertía definitivamente en una especie de demonio. Se decía que en una reunión de gentes de las izquierdas dijo a los compañeros en voz alta: “Mirad, nada de contemplaciones, un tiro en la nuca y ya está”. Pero para ser justos, lo dijera o no, de hecho, ni Novo ni los republicanos de Betanzos mataron jamás a nadie que se sepa.
Pero estas leyendas eran ahora losas demasiado pesadas. Novo ya entró en la cárcel de Betanzos bajo la orden de ser entregado al oficial de carabineros de la ciudad para ser ejecutado. Según se cuenta, lo sacaron muy pronto de la cárcel y le hicieron en el Liceo una farsa en forma de Consejo de Guerra, donde, por supuesto, lo acusaron de estar complicado en la “revolución”, de quemar San Francisco y de otras tropelías. Luego, en plena noche, buscaron un taxi para llevarlo al cementerio y fusilarlo. Solicitaron ese servicio al taxista apodado "El Machacante", pero como la mujer de este era pariente de Novo, se negó. No tendría más remedio que llevarlos, pero, lo que es peor, su actitud le costó también ser fusilado, inmediatamente después de Novo. El impacto de las balas aun hace poco que se veía en una de las paredes del cementerio. Para darle un cierto sentido de legalidad al hecho obligaron al Juez Ricardo Curiel, gran amigo de Novo, a que diese fe de lo acontecido.
A Tomás López da Torre no le perdonaron que se hubiera distinguido en la defensa de los trabajadores de Asturias que habían participado en la Revolución de Octubre del 1934. Si a esto añadimos el encarcelamiento de dos curas para defenderlos de la multitud el 1º de mayo, primero, y de los requisadores de armas, después, y el hecho de que era el alcalde en el momento del Alzamiento, estaba claro que no tenía nada que hacer.
Ahora no contaba en absoluto que hubiera defendido gratis a los trabajadores en su oficio de abogado, ni sería suficiente que se testificara que había enviado la Guardia Civil cuando se le solicitó para mantener la orden en una procesión religiosa. Estaba en la peor situación, en el punto de mira. Todo jugaba fatalmente en su contra y, después de dos meses de cárcel, de dos expedientes y de un “juicio sumarísimo”, fue fusilado el 1 de octubre de 1936 en el Campo de la Rata, junto al polvorín de Adormideras en La Coruña donde mataron la tantos republicanos.
Hay una última carta manuscrita a sus camaradas cuyo final es:
Visto en: San Francisco después del incendio y en la actualidad
BSO: Премин-Premin - Pass over / Barrido(?) Olvidado(?) // Passover / Pascua(?) - Anastasia
Anastasia es un grupo macedonio que conocí por ser los responsables de la Banda Sonora de la inmensa película "Before the rain / Antes de la lluvia".
Mesa Selimovic
Mientras leía la historia del convento de San Francisco, no podía evitar acordarme de la película.
Así, descubrí que la Iglesia de San Francisco fue quemada y saqueada junto al Convento en los primeros días de la Guerra Civil. No estoy plenamente seguro de que esta fuera la causa de la desaparición del edificio, pero la madeja descubierta tirando de semejante hilo excedía en importancia a un mero relato arquitectónico.
A continuación (después del Sigue Leyendo), he redactado la historia del incendio de San Francisco de Betanzos basado fundamentalmente en una parte del artículo "Unha viaxe polo Betanzos da Segunda República: proclamación, anticlericalismo e vinganza" escrito por Alfredo Erias Martínez, Director del Anuario Brigantino, del Archivo y Biblioteca Municipales de Betanzos y del Museo das Mariñas.
La iglesia y monasterio de San Francisco fueron incendiados y saqueados, al parecer, el 22 de julio de 1936. En el saqueo intervino mucha gente de la ciudad. El incendio fue espectacular y rápido, puesto que los incendiarios echaron gasolina por el tejado. La iglesia de Santa María quedó sin quemar de milagro, a pesar de que ya le habían echado también gasolina.
El hijo de Ramón Beade, que fue alcalde de Betanzos en la República perteneciente al PSOE dentro da Federación Agro-Socialista, escribió:
[...] Hay testimonios fehacientes de como un caudillo local de los grupos extremistas de “la dialéctica de las pistolas” tramó y desarrolló el operativo provocador de San Francisco. Aprovechando la confusión creada por la ausencia de autoridades en Betanzos, y en vista de que en el pueblo no había existido ningún tipo de violencia ni agresiones personales, concibió y desarrolló una operación de infiltración y comando para producir el incendio del histórico templo franciscano y desatar el odio. Transmitió la consigna y las órdenes de actuar a tres correligionarios de una localidad de un municipio limítrofe, desconocidos en Betanzos, a fin de que se infiltraran en el grupo de incontrolados que se habían introducido en el Convento con fines, supuestamente, de apropiación de enseres domésticos dejados por los frailes al ser estos evacuados a un lugar seguro, y aprovechando el desorden imperante prendieron fuego al inmueble para cuya misión iban convenientemente dotados y preparados. El incendio se produjo y la responsabilidad sobre la acción utilizada recaería sobre los "rojos". Exactamente la misma técnica utilizada por los hitlerianos en el incendio del Reichstag [...]Es posible que uno de los “testimonios fehacientes” a los que se refiere sea el de su padre, a quien se adjudica en la clandestinidad el folleto de 1958 “Betanzos honra a sus Mártires”, donde se dice con respecto al día de la quema de San Francisco:
[…] Salen de La Coruña carros de asalto en dirección a Betanzos. En Guísamo son tiroteados, pero continúan su marcha. Desde Vista Alegre tirotean la población y los grupos que la defienden contestan al tiroteo desde el Puente Nuevo y la vuelta del Codo. La guardia civil del puesto local se sitúa en la torre del reloj del Campo e incumpliendo su promesa de “fidelidad” a la República, disparan contra los obreros quedando estos cogidos entre dos fuegos. Agotado el último cartucho y ya perdido el control de la ciudad por las autoridades republicanas se produce el incendio y el saqueo del Convento de San Francisco, suceso lamentable que los sediciosos cargaron a los republicanos pero que no llegaron a esclarecer porque, sencillamente, a los fascistas incumbe plenamente la responsabilidad del mismo. […]Uno de los testigos con los que habló Eiras dió esta versión: “los revoltosos que vinieron de la parte de Ferrol querían quemar el ayuntamiento, cosa que impidió Agustín Sánchez García que los calmó, pero lo que sí quemaron fueron los cortinones y los muebles de la sociedad Brigo Club, haciendo una hoguera con todo eso en el Campo, y luego quemaron también San Francisco, ayudados por algunos de Betanzos, quizás engañados”.
Otro testigo presencial dijo que primero quemaron la iglesia y que el convento sólo ardió en parte. Aquí estaba la Biblioteca, considerada como una de las buenas de Galicia, que fue objeto de expolio, tirándose los libros por las ventanas. El mismo testigo acaso vio disparar “a uno de la C.N.T.” (dijo el apodo) desde el campanario de la iglesia de Santiago: “apuntaba muy bien a las campanas de San Francisco que sonaban a cada disparo”. Al poco tiempo este hombre sería “paseado”. Y también vio frente al “cuartelillo” en la Rúa de la Pescadería a “uno de izquierdas (dijo nombre y apellidos), con la escopeta al hombro, haciendo una hoguera con las sotanas y hábitos de curas y frailes..."
Según Eiras el posible hecho que más se acerca la esa supuesta “operación de infiltración y comando para producir el incendio del histórico templo franciscano y desatar el odio”, estaría en un miembro directivo de las «Juventudes Socialistas Unificadas» que andaba con el bidón de gasolina (testigos refieren el asunto con nombre y apellidos) y que al poco tiempo pasó a ser un miembro destacado de la “Falange” local. Se pregunta Eiras:
“¿No podría ser este un caso de inteligente cambio de bando para evitar la muerte? En todo caso, ¿qué hacen anarquistas y gentes de izquierdas disparando a las campanas, quemando ropas de curas y frailes...? Y luego están las diversas iglesias de la comarca quemadas esos días y lo que sobre de eso dice la gente que lo recuerda”.Ahora bien, entre tanta confusión, lo que sí parece seguro, (avalado por testigos de distintas tendencias) es de que este acontecimiento no fue responsabilidad de las autoridades municipales republicanas que, por ese tiempo, ya no controlaban la ciudad y estaban detenidas o escapaban por donde podían.
En la memoria de la gente de aquellos tiempos queda aún una serie de anécdotas que dan color al que allí pasó. Parece ser que al arder la iglesia le echaron agua no sólo con la intención de apagar el fuego sino de ver en el suelo por donde escapaba para así descubrir un supuesto pasadizo secreto que estaban seguros tenía que haber. La idea de este pasadizo estaba muy arraigada entre los enemigos de los frailes. Así, un testigo vio como sacaban a los frailes precipitadamente y los metían en un ómnibus de color verde. Los llevaba hacia la Coruña, al parecer, pero “¡faltan dos!”, chilló alguien, y, como no aparecieron, se dio por hecho que habían escapado por el famoso pasadizo. Esa noche se quedaron tres hombres haciendo guardia allí, dos se pusieron detrás de un confesionario y lo otro quedó delante de las escaleras que subían al altar mayor y, como este había sido luego “paseado” se decía que era porque había estado hablando cerca de la entrada del famoso pasadizo y lo habían identificado los frailes escapados.
El saqueo del convento fue total. “Mi abolita” [dice un informante] “le compró a una señora un santo de altar por “dos pesos” y después vino a la casa a buscarlo un fraile que estaba enterado de la compra y, aunque mi abolita no le quería nada, él insistió en devolverle los dos pesos”. “Vi sacar un armario y un órgano”. El órgano lo tenía, al parecer, un maletero apodado “El Campanillero” y cuando, allí incluso en San Francisco, llegó su suegra, él todo entusiasmado acaso le dijo, señalando el instrumento: “¡Mamá! ¡Piano!”, con el que la gente le cambió inmediatamente el apodo por el de “Mamá Piano”.
Muchos libros y cuadros cogidos por personas humildes, por aquello de “si no lo llevo yo lo llevará otro”, acabaron en la casa de algún burgués (los informantes le ponen nombre y apellidos) que les metía miedo diciéndoles que si lo entregaran para que él lo devolviera no les pasaría nada. Y como en aquellos tiempos el miedo era grande, le daban todo. Sin embargo esos libros, cuadros y demás no parece que fueran devueltos ni a la iglesia ni la ninguna institución pública.
De inmediato, tras el triunfo de los partidarios del “Alzamiento”, llegó la represión más dura, afectando la dos de los principales líderes republicanos de Betanzos: José Novo Rodríguez, ex-alcalde, y Tomás López da Torre, alcalde.
Tomás López da Torre, de 36 años, del PSOE, alcalde de la ciudad, se negó a escapar al monte como hacían muchos otros. Pensó precipitadamente en refugiarse en Asturias donde tenía amigos de cuando había ejercido de abogado defensor de algunos revolucionarios de octubre del 34, así que convenció a José Novo Rodríguez, ex-alcalde, y los dos marcharon, ingenuamente, en un taxi. Pero a la altura de Guitiriz comprobaron que estaba todo tomado y se entregaron de inmediato. Los trajeron a la cárcel de Betanzos.
José Novo Rodríguez, por ese tiempo de Izquierda Republicana, apodado “El Ánimas”, de 43 años, sastre y ex-alcalde, casado, 5 hijos, ateo, sin antecedentes penitenciarios, debía ser por aquel tiempo el republicano más odiado por las gentes “bien pensantes” de la ciudad. No se recatara en atacar al clero, de palabra, en panfletos y en la prensa; hay quien dice que tenía una amante (cosa grave para las “personas de orden”) e incluso alrededor de él se dibujó una especie de leyenda que lo convertía definitivamente en una especie de demonio. Se decía que en una reunión de gentes de las izquierdas dijo a los compañeros en voz alta: “Mirad, nada de contemplaciones, un tiro en la nuca y ya está”. Pero para ser justos, lo dijera o no, de hecho, ni Novo ni los republicanos de Betanzos mataron jamás a nadie que se sepa.
Pero estas leyendas eran ahora losas demasiado pesadas. Novo ya entró en la cárcel de Betanzos bajo la orden de ser entregado al oficial de carabineros de la ciudad para ser ejecutado. Según se cuenta, lo sacaron muy pronto de la cárcel y le hicieron en el Liceo una farsa en forma de Consejo de Guerra, donde, por supuesto, lo acusaron de estar complicado en la “revolución”, de quemar San Francisco y de otras tropelías. Luego, en plena noche, buscaron un taxi para llevarlo al cementerio y fusilarlo. Solicitaron ese servicio al taxista apodado "El Machacante", pero como la mujer de este era pariente de Novo, se negó. No tendría más remedio que llevarlos, pero, lo que es peor, su actitud le costó también ser fusilado, inmediatamente después de Novo. El impacto de las balas aun hace poco que se veía en una de las paredes del cementerio. Para darle un cierto sentido de legalidad al hecho obligaron al Juez Ricardo Curiel, gran amigo de Novo, a que diese fe de lo acontecido.
A Tomás López da Torre no le perdonaron que se hubiera distinguido en la defensa de los trabajadores de Asturias que habían participado en la Revolución de Octubre del 1934. Si a esto añadimos el encarcelamiento de dos curas para defenderlos de la multitud el 1º de mayo, primero, y de los requisadores de armas, después, y el hecho de que era el alcalde en el momento del Alzamiento, estaba claro que no tenía nada que hacer.
Ahora no contaba en absoluto que hubiera defendido gratis a los trabajadores en su oficio de abogado, ni sería suficiente que se testificara que había enviado la Guardia Civil cuando se le solicitó para mantener la orden en una procesión religiosa. Estaba en la peor situación, en el punto de mira. Todo jugaba fatalmente en su contra y, después de dos meses de cárcel, de dos expedientes y de un “juicio sumarísimo”, fue fusilado el 1 de octubre de 1936 en el Campo de la Rata, junto al polvorín de Adormideras en La Coruña donde mataron la tantos republicanos.
Hay una última carta manuscrita a sus camaradas cuyo final es:
[...] Me ayudaron en todo momento Raúl Fernández, Becaría, el Forense, Doña Carmen Pita, Antonio Amor, un sereno Otero, la Superiora del Hospital y del Refugio, Domingo Navaza, José Noguerol... A todos les guardo reconocimiento y espero que vosotros les protejáis si fuese necesario. A quienes me calumniaron ante el Consejo de Guerra, les he perdonado ya.Vale
Visto en: San Francisco después del incendio y en la actualidad
BSO: Премин-Premin - Pass over / Barrido(?) Olvidado(?) // Passover / Pascua(?) - Anastasia
Anastasia es un grupo macedonio que conocí por ser los responsables de la Banda Sonora de la inmensa película "Before the rain / Antes de la lluvia".
Con un graznido, los pájaros, volaron cruzando el cielo negro.
La gente está en silencio, me duele la sangre en la esperaMesa Selimovic
(Cita inicial de la película)
La película, de 1994, se desarrolla en el conflicto civil/étnico de la Ex-Yugoslavia de los 90. Para mi gusto es una de las mejores que he visto nunca, influido, quizá, porque en esa época conocí amigos en un par de las nacionalidades enfrentadas.
La película, de 1994, se desarrolla en el conflicto civil/étnico de la Ex-Yugoslavia de los 90. Para mi gusto es una de las mejores que he visto nunca, influido, quizá, porque en esa época conocí amigos en un par de las nacionalidades enfrentadas.
Mientras leía la historia del convento de San Francisco, no podía evitar acordarme de la película.